TOMISMO

 


EL PERSONALISMO TOMISTA



LA PERSONA HUMANA

   Wojtyla dedicó su ensayo 'El Personalismo Tomista' a fijar las bases de su visión «personalista» como expresión del realismo aristotélico-tomista. Allí, naturalmente, puso en evidencia desde el comienzo que el tema del «personalismo» no tenía vigencia en los tiempos de Santo Tomás, lo que se manifiesta como una cierta insuficiencia o falta de profundidad, particularmente, en los análisis de la subjetividad humana, tema que constituye un punto central en la preocupación filosófica de Wojtyla. En tal sentido se puede decir que el proyecto personalista de Wojtyla constituye un enriquecimiento de la filosofía tomista, un aporte a su carácter de filosofía «perenne».

   "Santo Tomás estaba familiarizado con el concepto de «persona» y lo definió muy claramente. Esto no quiere decir, sin embargo, que hubiese estado igualmente familiarizado con el problema del «personalismo», o que lo presentase tan claramente como el problema de la persona. Sin embargo, no obstante que el problema del personalismo fue formulado mucho más tarde, la filosofía y la teología de Santo Tomás, en su conjunto, nos permite hablar de personalismo tomista. En su sistema encontramos no sólo un punto de partida, sino también toda una serie de elementos constitutivos adicionales que nos permiten examinar el problema del personalismo de acuerdo a las «categorías» de la filosofía y de la teología de Santo Tomás.

   "Santo Tomás ha recurrido continuamente a la definición de persona formulada por Boecio: persona est rationalis naturae individua sustantia. El ser humano es un individuo (individua substantia) de naturaleza racional.

   "En el mundo visible, cada ser humano es un ser creado. Santo Tomás dice que este ser es objetivamente el ser más perfecto. Su perfección es sin duda el resultado de su naturaleza racional, y por lo tanto espiritual, que encuentra su complemento natural en la libertad. Ambas propiedades espirituales de la naturaleza – la razón y la libertad – se concretan en la persona, donde se convierten en propiedades de un ser concreto, que existe y actúa en el nivel de una naturaleza que tiene tales propiedades. La persona, por lo tanto, es siempre un ser concreto racional y libre, capaz de todas aquellas actividades que sólo la razón y la libertad hacen posible."


LA PERSONA EN LA FILOSOFIA POST-CARTESIANA

   Frente a la visión tomista de la persona humana, Wojtyla presenta la visón derivada de la visón de Descartes, que provocó el gran giro filosófico del «objeto» al «sujeto», es decir, de la objetividad filosófica a la subjetividad filosófica.

   "Una característica distintiva de la visión de Descartes es la división del ser humano en una sustancia extensa (el cuerpo) y una sustancia pensante (el alma), que se relacionan entre sí de manera paralela sin formar un todo indivisible. Podemos observar en la filosofía moderna un proceso gradual en el que la conciencia se convierte en un sujeto independiente de la actividad y también, indirectamente, de la existencia, que tiene lugar de alguna manera «al lado del cuerpo», que sólo es la estructura material sujeta a las leyes de la naturaleza, al determinismo natural.

   "En el contexto de este paralelismo, surge la tendencia de identificar a la persona con la conciencia. La conciencia es objeto de experiencia interior, de introspección, mientras que el cuerpo, al igual que todos los demás cuerpos del mundo natural, es accesible a la observación y la experiencia externa. Este punto de vista carece de la noción de un «alma espiritual» como la forma sustancial de aquel cuerpo y como principio de toda la vida y la actividad del ser humano.

   "La visión moderna de la persona procede a través de un análisis de la «conciencia», y en particular de la «autoconciencia», propias del ser humano. Junto con la conciencia, la libertad también es enfatizada, pero esta libertad, que se concibe de manera indeterminista como una independencia total, es más un postulado que una propiedad. La libertad como una propiedad de la persona, la libertad como un atributo de la voluntad, desaparece completamente en la visión subjetivista de la persona en la filosofía moderna.

   "En ella, la persona no es una sustancia, un ser objetivo con su propia subsistencia en una naturaleza racional, sino una cierta propiedad de las experiencias vividas y que puede ser distinguida por medio de esas experiencias, porque son experiencias conscientes y autoconscientes; por lo tanto, la conciencia y la autoconciencia constituyen la esencia de la persona."


CONCIENCIA Y AUTO-CONCIENCIA

   He aquí un tema destacado ampliamente por los fenomenólogos como una debilidad en el tomismo de Wojtyla, que, a su juicio, explica y justifica su reconocimiento de las bondades del método fenomenológico según Scheler. Y no dejan de tener razón.

   "Según Santo Tomás, la conciencia y la autoconciencia son algo derivado – una especie de fruto de la naturaleza racional que subsiste en la persona, una naturaleza cristalizada en un ser unitario racional y libre – y no algo subsistente en sí mismo. Si la conciencia y la autoconciencia caracterizan a la persona, lo hacen sólo en el «orden accidental», como derivadas de la naturaleza racional, en base a la cual actúa la persona. La persona actúa conscientemente porque la persona es «racional». La autoconciencia, a su vez, está conectada con la libertad, que es actualizada en la actividad de la voluntad. A través de la voluntad, el ser humano es el dueño de sus propios actos, y la autoconciencia refleja de una manera especial este dominio sobre las acciones."

   Hecha esta definición, Wojtyla destaca que, por su objetivismo, en la visión de Santo Tomás "casi parece como si no hubiese lugar para un análisis de la conciencia y la auto-conciencia, como manifestaciones totalmente únicas de la persona como sujeto". Y agrega:

   "Para Santo Tomás, la persona es, por supuesto, un sujeto – un sujeto muy distintivo de la existencia y la actividad – porque la persona tiene subsistencia en una naturaleza racional, y esto es lo que hace a la persona capaz de conciencia y la auto-conciencia.

   "Santo Tomás, sin embargo, solamente presenta esta disposición de la persona humana a la conciencia y la auto-conciencia. En todo caso, aquello que en la subjetividad de la persona es más evidente, es presentado por Santo Tomás exclusivamente – o casi exclusivamente – de manera objetiva. Nos muestra las facultades particulares, tanto espirituales como sensoriales, gracias a las que la totalidad de la consciencia y auto-consciencia toman forma, pero allí es donde se detiene. Así, Santo Tomás nos da una excelente vista de la existencia y la actividad de la persona objetiva, pero sería difícil hablar en su visión de las experiencias vividas por la persona."

   ¿Significa esto, como proponen los fenomenólogos, un abandono del Tomismo y, consecuentemente, un giro hacia la filosofía de la «pura conciencia», y más específicamente, hacia la «fenomenología»?

   Los textos transcritos no indican un cambio tan drástico como sería el salto de una filosofía realista a otra subjetivista, sino más bien el reconocimiento de una falta de atención detenida al tema. En verdad, su planteamiento implica el hecho objetivo de que en tiempos de Santo Tomás, hace más de siete siglos, al igual que 17 siglos antes, en tiempos de Aristóteles, no existía el estado de progreso actual, tanto científico (sicología y sociología) como filosófico, en el orden de la subjetividad humana.

   Esa es precisamente la razón por la que tal progreso puede y debe ser explorado desde el punto de vista tomista. Y eso es exactamente lo que hace Wojtyla.


LA NATURALEZA HUMANA

   En su escrito 'La Naturaleza Humana, Base de la Formación Etica' de 1959, Wojtyla dejó establecido un primer principio fundamental:

"Decir que el ser humano es un ser racional es decir también que es una persona.
El ser humano es una persona por naturaleza."

   Es decir, el «ser humano-persona» existe con anterioridad a todas las especulaciones teóricas sobre el hombre: la «persona» existe como tal desde el momento mismo de su Creación.

   En 'La Persona Humana y la Ley Natural' de 1969, Wojtyla plantea la existencia de un conflicto entre los conceptos de «naturaleza» y «persona» que lo lleva a comparar las visiones tomista y fenomenológica como sigue:

• En el Tomismo: "Para nosotros, en la escuela tomista, la naturaleza, en el sentido metafísico, está integrada en la persona. Boecio, y toda la escuela tomista después de él, definen a la persona de la siguiente manera: «la persona es una sustancia individual de naturaleza racional». Aquí, la naturaleza se integra en la persona."

   Esto significa que la naturaleza humana implica siempre y necesariamente una «estructura óntica», es decir, un ser humano real y concreto, existente y actuante, como «sujeto causal» de todas sus acciones. En otras palabras, el tomismo está centrado en la «eficacia» o «causalidad» de la persona.

• En la Fenomenología: "Cuando decimos que algo ocurre naturalmente, de inmediato estamos enfatizando que «algo sucede», que «algo se actualiza», y no que «alguien» realiza una acción o que alguien actúa; en este sentido la naturaleza «excluye a la persona» como sujeto actuante, como el autor de la acción; aquí, la naturaleza apunta solamente al hecho que una cosa está siendo «actualizada» sin la participación eficiente de alguien – de algún «sujeto causal» que sea una persona."

   De esto se desprende claramente que los fenomenólogos no creen que la naturaleza humana sea una estructura óntica, es decir, un ser humano existente y actuante como base de toda su actividad. Por ello, la fenomenología está centrada en la «actividad» de la persona.

   ¿Qué conclusión saca de esto Wojtyla?

   "Aquí, ciertamente, debemos apartarnos lejos del entendimiento ligado al concepto fenomenológico de la naturaleza; debemos mantener la distancia necesaria."


DOCUMENTACION

   Karol Wojtyla
   EL PERSONALISMO TOMISTA

   Karol Wojtyla
   LA PERSONA HUMANA Y LA LEY NATURAL
   Karol Wojtyla
   LA NATURALEZA HUMANA, BASE DE LA FORMACION ETICA