ETICA

 


LA EXPERIENCIA DE LA MORALIDAD



EL PUNTO DE PARTIDA: LA EXPERIENCIA

   Las citas presentadas a continuación han sido extractadas del capítulo I, 'La Moralidad como Campo propio de la Etica', del proyecto de libro inconcluso de Wojtyla, 'El Hombre en el Ambito de la Responsabilidad', de 1972.

   "La experiencia de la moralidad debe ser extraída de la totalidad de la experiencia del ser humano como una realidad "en sí misma". Esa extracción pertenece al proceso de comprensión. Aquí hay que recordar los principios fundamentales de 'Persona y Acto' relativos a la estricta conexión y relación mutua de la experiencia con la comprensión. Lo que llamamos experiencia de la moralidad ya es, a la vez, desde el principio un tipo de comprensión de la moralidad. Es debido a esa comprensión que la moralidad se convierte en el campo propio de la ética. La ética no es otra cosa que el proceso de comprensión de la realidad que constituye la moralidad, llevada "hasta su realización". Sin embargo, para emprender y llevar a cabo ese proceso, se debe definir con precisión su inicio, es decir, la experiencia de la moralidad.

   "Esa experiencia está contenida en la experiencia del ser humano, o, más precisamente, en el hecho: «el hombre actúa», y en su dimensión comunitaria: «el hombre actúa en conjunto con otros».

   "El elemento propio de la moralidad está contenido en la «experiencia del deber», la experiencia vivida estrictamente vinculada a «cada sujeto concreto» cuando ese sujeto es «la causa» de un acto y experimenta su propia «eficacia». La experiencia vivida de la responsabilidad ("yo debo ...") es siempre estrictamente personal y conectada al "yo actúo" concreto, incluso cuando esa acción se lleva a cabo "junto con otros".

   "La experiencia vivida del deber está contenida en cierto sentido en la «eficacia» y en la experiencia vivida de ésta – y es en cierto modo exterior y anterior a ella («yo debo actuar» o «yo no debo actuar»), cuando el deber determina la eficacia. El deber que ya está incluido en la eficacia, en una acción dada, se refiere al objeto o al fin de la acción («debo hacer x»). Estos dos aspectos del deber no son en realidad distintos, sino que están muy estrechamente conectados entre sí («yo debo actuar, con el fin de lograr x» — «no debo actuar, a fin de no lograr y»)."


EL DEBER MORAL

   Aquí, Wojtyla plantea un aspecto fundamental del debido entendimiento de la ética según Santo Tomás, cual es que el «deber moral» sólo tiene lugar en la «persona» real y concreta y de ninguna manera en la conciencia, considerada como sujeto.

   "La comprensión inicial de la moralidad, como una realidad dada en la experiencia, es la comprensión del «deber». El deber mismo se da en la experiencia interna y se hace evidente como un hecho-fenómeno distinto, como un hecho «en la persona» (y al mismo tiempo como un hecho que es constitutivo de la persona).

   "Este hecho posee una estructura propia, que no puede ser separada de ese preciso tipo de sujeto: «la persona». No hay manera de abstraerlo y de considerarlo como un contenido independiente. La comprensión del deber es lo mismo que la determinación de su verdadero significado, y ese significado no puede ser determinado fuera de los lazos reales que unen el deber con el sujeto – con la persona.

   "Y es precisamente aquí donde se ve la confirmación de la corrección de la intuición ética fundamental de Santo Tomás. El deber siempre surge en relación estricta con la más profunda realidad «óntica» de la persona: "ser bueno o malo." El hombre "es bueno o malo" a través de sus actos – él "es", o más bien "llega a ser" tal, debido a que el acto en sí mismo no tanto "es" como que cada vez "llega a ser". El deber – no como abstracción, sino como realidad – siempre entra justamente en esa estructura dinámica. Es la estructura espiritual del propio ser personal, en la que se basa principalmente toda la trascendencia de la persona en el acto. Esa estructura se refleja al mismo tiempo en la conciencia y constituye una experiencia vivida distinta.

   "Teniendo todo esto en cuenta, nos encontramos con que el deber moral está conectado de forma dinámica con el bien y el mal moral – y que esta conexión es a la vez estricta y exclusiva. El deber surge «a causa» del bien o del mal: siempre es una actualización específica de la potencialidad espiritual de una persona en el acto; esa actualización surge "por" el bien y "contra" el mal."


LA BASE ONTICA DE LA MORALIDAD

   El requisito fundamental de la moralidad humana es su «base ontológica», es decir, que sólo puede tener lugar en cada ser humano concreto, existente y actuante.

   "La esencia de la "moralitas" radica en el hecho de que un hombre, como hombre, se convierte en el bueno o el malo a través del acto. Esta es, por tanto, una realidad completamente antropológica y personalista. Es, al mismo tiempo, axiológica.

   "Todo esto apunta a ciertos requisitos con los que nos encontramos al realizar una interpretación de esa realidad que es la moralidad. Por encima de todo, esa interpretación establece claros «requisitos ontológicos». Con el fin de lograr una objetivación cognitiva de la moralidad, tenemos que llegar a las categorías de "bueno y malo" como propiedades del propio ser: "el hombre". Sin eso, no hay manera de comprender plenamente el deber moral. Por supuesto, es posible limitarse al deber como un fenómeno puro. Sin embargo, dado que – de conformidad con los principios de la fenomenología – estamos tratando de revelar todo el contenido de lo que se da en el hecho (en la experiencia vivida) del deber, la moralitas debe aparecer como Santo Tomás la entendía. Por esa razón, el deber moral también requiere, en última instancia, de una interpretación ontológica, ya que la tarea propia de un hombre es ser bueno "como un hombre".

   "Parece, por tanto, que sólo sobre una base ontológica (antropológica) así entendida puede la interpretación de la moralidad, como una realidad dada en la experiencia, tener también un carácter axiológico. Porque se trata del bien o el mal – y esos son valores."


SER 'BUENO' O 'MALO'

   En conclusión, Wojtyla afirma aquí el aspecto «ontológico» de la axiología, por encima de su aspecto «cognitivo».

   "Dado que "ser moralmente bueno" es lo mismo que "ser bueno como un hombre" y "ser moralmente malo" es lo mismo que "ser malo como hombre", la moralidad contiene entonces una unión peculiar de la axiología y la ontología.

   "Sin lugar a dudas, los valores morales "bueno" y "malo" son secundariamente también un contenido de conciencia, un contenido dado en un acto de gran color emocional. Sin embargo, esto es sólo una manifestación secundaria de los valores morales.

   "El elemento principal de los valores morales "bueno" o "malo" no es sin embargo "theoria" sino "praxis". De allí que los valores morales sean una realidad actual: en el acto, en la actividad de una persona, en la cual un hombre llega a ser bueno o malo.

   "El aspecto ontológico de la axiología es más fundamental que el aspecto gnoseológico. La interpretación de la moralidad debe descubrir de nuevo estos dos aspectos y en la proporción adecuada."


DOCUMENTACION

   Karol Wojtyla
   LA MORALIDAD COMO CAMPO PROPIO DE LA ETICA

   Karol Wojtyla
   EL PROBLEMA DE LA EXPERIENCIA EN LA ETICA